Después de 56 años de cerrado el puerto libre, la isla enfrenta su peor crisis económica  

La memoria más fresca que tiene la historia de la isla, y que vivió el cierre del puerto libre en 1964, dijo que el comercio de la ciudad comenzó a mostrar una estampida de empresarios como hace 56 años, cuando cerraron sus negocios y abandonaron la ciudad.

Comerciantes de la isla comenzaron a desocupar sus establecimientos y entregar los inmuebles a sus arrendadores que venían ocupando, como consecuencia de la crisis económica que afronta la ciudad por la cuarentena impuesta por el Gobierno para tratar de evitar la propagación de la pandemia del coronavirus. El panorama que presentan las calles de la capital del archipiélago es el mismo que se vivió en 1964 cuando fue cerrado el puerto libre.

EL CORREO habló con uno de los historiadores de la isla que tiene la memoria más fresca de los acontecimientos que vivió la ciudad durante el año 1964 cuando Fenalco y la Andi obligaron al presidente Guillermo León Valencia a cerrar el puerto libre que había creado el general Gustavo Rojas Pinilla en 1953.

El historiador primero hizo un relato de lo que fue la isla antes de la creación del puerto libre. Explicó que la población comercializaba sus productos con Estados Unidos mediante un sistema de puerto franco y tenía su propia moneda, pero una plaga acabó con los cocoteros y deterioró la economía. Con documento en mano afirmó el poco interés que tenía el Gobierno colombiano sobre este territorio, inclusive el canciller Clímaco Calderón propuso vender las islas porque no generaban ningún interés económico para el Estado. Este es su relato:

En 1848 existía en San Andrés una normatividad que se conocía como puerto franco que se expidió para que las islas pudieran tener la oportunidad de hacer intercambio comercial con los Estados Unidos. Era un sistema de intercambio de productos para la subsistencia del pueblo del archipiélago. De aquí se mandaba coco y de allá se traían productos para el consumo local.

En el año de 1930 llegó una plaga que acabó con las plantas de cocoteros, y bajó completamente la economía y la gente tuvo que salir a Centroamérica.

En el año de 1920 San Andrés ya tenía su propia moneda, que fue acuñada por el comerciante Louis Rubinstein, y que heredó de su padre un almacén en el sector de San Luis considerado en esa época la zona fuerte del comercio de la isla. Los sanandresanos para la época ya tenían su propia economía. Aquí se vivía bien.

Pero en el año de 1930 llegó una plaga que acabó con las plantas de cocoteros, y bajó completamente la economía y la gente tuvo que salir a Centroamérica, Estados Unidos y otros se fueron al continente colombiano. La isla mandaba millones de coco a los Estado Unidos y de allá se traían productos para la subsistencia de la población. Había un intercambio comercial. Pero el deterioro de la economía dejó a San Andrés a la deriva, como parece estarlo en estos momentos.

En 1953, cuando el general Gustavo Rojas Pinilla crea el puerto libre, como una iniciativa del Gobierno para que los habitantes de las islas de San Andrés y Providencia tuvieran una forma de comerciar, se estaba buscando una alternativa para que hubiera una agricultura y un comercio que pudiera asegurar la subsistencia de sus habitantes.

Pero el Gobierno de Colombia nunca tuvo la intención que aquí hubiera un desarrollo económico y social para una convivencia de bienestar para el pueblo sanadresano. Nunca la hubo. Y se presentaron alternativas porque el diez de agosto de 1936 cuando llegó a la isla una comisión parlamentaria a practicar una visita sugerida por el representante de Bolívar Aguirre, varios líderes isleños de la época, como Timothy Britton, pidieron que se hiciera un centro turístico y una escuela náutica para que se desarrollara un comercio racional para el beneficio del pueblo isleño, y a eso nunca le prestaron atención.

Un ejemplo del poco interés que tenían las administraciones de la nación por el archipiélago quedó demostrado cuando en el año de 1905 el canciller de la República de Colombia llamado Clímaco Calderón dijo que era preferible vender las islas de San Andrés y Providencia porque no le estaban generando al Estado ningún interés económico. Fue cuando Marroquín la ofreció por 25.000.000 de pesos.

Más tarde, en un documento elaborado por el Gobierno, se planteó lo siguiente: Otro punto de solución a la incapacidad de la isla para abrigar a turistas y agricultores sería un programa de incorporación de los agricultores isleños, que lo desearan, a la vida continental colombiana, para lo cual un organismo oficial tendría que adquirir las tierras requeridas, presumiblemente en la costa, parcelarlas, tal vez organizar cooperativas agrícolas de producción e instalar allí colonias de familias sanandresanas.

Esto quiere decir que los agricultores de la isla, que son la base de la economía del pueblo del archipiélago, no podían estar juntos con las empresas que explotan el turismo en el departamento.

El artículo 14 de la Ley 52 de 1912 habla de traer personas del continente al archipiélago, es decir, se está incentivando a los colombianos que se vengan para acá. Pero años después, en la década de 1970, dicen que hay que sacar a los sanandresanos de su territorio para llevarlos a tierras de la costa, como una política de estado para exterminar al raizal.

En el año de 1905 el canciller de la República de Colombia llamado Clímaco Calderón dijo que era preferible vender las islas de San Andrés y Providencia porque no le estaban generando al Estado ningún interés económico.

Esta región, desafortunadamente, no dispone de riquezas en el subsuelo, por eso existe la necesidad de trazar una economía que combine la agricultura con el comercio.

Un rey de España dijo una vez que estas pequeñas porciones de tierras del Caribe rodeadas de agua eran unas islas inútiles, porque aquí no había ninguna riqueza para explotar, como en otras regiones que disponen de minas de oro.

El cierre del puerto libre

Los gremios económicos de la capital de la República, de esa época, argumentaron que el Gobierno nacional le estaba dando muchas prerrogativas a los habitantes de la isla, y eso estaba generando un caos económico en el país. Decían que San Andrés era el causante de las pérdidas que estaban sufriendo sus negocios, por la introducción de mercancía al territorio nacional procedente de la isla, que ellos calificaban como bienes de contrabando.

Los comerciantes de Bogotá se acercaron al Congreso de la República y promovieron un documento que hicieron llegar al presidente Guillermo León Valencia donde expusieron los problemas que estaban padeciendo sus negocios por el funcionamiento del puerto libre de la isla de San Andrés. El documento fue suscrito, entre otros, por los empresarios Carlos Sardi, Miguel Fadul, Germán Botero, Alfonso Calero, Francisco Durán.

Estas personas también llegaron a la isla y lograron realizar una reunión en la Cámara de comercio para analizar el tema del funcionamiento del puerto libre. La Cámara de comercio estaba presidida por el exintendente, capitán de navío, Alfredo Ballesteros, que había fundado el periódico San Andrés bilingüe para defender el funcionamiento del establecimiento de comercio que tenía la ciudad.

Los comerciantes de Bogotá plantearon la tesis de la inconveniencia de seguir con San Andrés como puerto libre, porque el Gobierno nacional continuaba beneficiando a unos 8.000 habitantes nativos que tenía la isla en esa época, que se dicen o decimos que son colombianos. En favor de estos seudo patriotas, no solamente estamos invirtiendo directa o indirectamente ingentes sumas de dinero, sino perjudicando e ilusionando en materia grave o impune, como ya se dio en la modalidad y la ética de los ciudadanos del resto del país.

Los gremios de Fenalco y la Andi argumentaban que el comercio del territorio nacional

estaba siendo perjudicado por esta diferencia abismal de precios que presentaban los artículos traído del puerto libre. Decían que al momento de importar los elementos para ensamblar un televisor tenían que pagar hasta 6.500 pesos, en cambio aquí en San Andrés un televisor de mejor calidad podría tener un valor de 1.500 pesos.

Con este panorama innovador que presentaba la isla para el comercio del país, muchos extranjeros y personas del continente colombiano se vinieron a aventurar y a montar negocios en la ciudad, pero sin ningún interés en vida social del pueblo de San Andrés, como ha quedado demostró a lo largo del funcionamiento del puerto libre.

Mucha gente llegó del continente con una mano adelante y la otra detrás, inmediatamente arribaba a la ciudad visitaba un banco y hablaba con el gerente y pedía un préstamo y decía: si usted me presta yo le doy una comisión. Así llegó a la isla una inundación de paracaidistas a aventurar y comenzaron a trabajar.

A manera de imitación del comercio que tenía la isla nacieron en varias ciudades de Colombia unos centros de expendios de mercancías que ellos denominaron Sanandresito, que no era más que un contrabando legalizado por los emporios económicos del continente colombiano.

Fenalco y Andi argumentaban que el comercio del territorio nacional estaba siendo perjudicado por esta diferencia abismal de precios que presentaban los artículos traído del puerto libre.

Los representantes de Fenalco y Andi emplearon todos los mecanismos que tuvieron a su alcance para buscar cerrar el funcionamiento del puerto libre, y lo lograron en el gobierno conservador de Guillermo León Valencia. Esta zona de libre comercio fue creada mediante la Ley 127, que fue sancionada el 21 de diciembre de 1959 por el presidente Alberto Lleras Camargo.

La clausura del puerto libre trajo como consecuencia casi el cierre de todos los establecimientos comerciales de la ciudad. Y, como para agravar la situación económica de la isla, en enero de ese otro año, es decir, en 1965 se quemó el palacio donde despachaba el intendente de San Andrés, el médico Adalberto Gallardo Flórez. Las llamas también arrasaron con una bodega que almacenaba las mercancías que importaban los comerciantes. Se llegó a decir que los empresarios que perdieron sus bienes en el incendio habían metido candela al palacio de Gobierno para cobrar el seguro de sus mercancías.

La conflagración desató toda clase de comentarios y muchas acusaciones, que Bogotá dispuso enviar a la isla al abogado Boris Nisimblat para que abocara la investigación y estableciera las causas del incendio. La destrucción de la sede del Gobierno fue un hito sin precedente en la vida de los sanandresanos por la pérdida de la memoria histórica del archipiélago, que fue consumida por las llamas.

La grave caída económica del puerto libre produjo una diáspora de comerciantes, principalmente los de origen sirio-libanés que decidieron abandonar la isla en su peor momento y emprender viaje como la golondrina, unos hacia la ciudad de Maico y otros a Isla Margarita, república de Venezuela.

Estos empresarios dejaron a la deriva a la isla en su peor momento, porque no les interesaba el beneficio social del archipiélago. Ellos llegaron a la ciudad a buscar su propio beneficio económico, no vinieron a montar negocios para que San Andrés progresara. Vinieron a explotar la riqueza que producía la isla porque había esa oportunidad.

Asegura el historiador que ahora que la ciudad está paralizada por la crisis de la pandemia del coronavirus, le viene a su memoria esas imágenes que mostraban las calles de la ciudad en 1964 con los locales desocupados, cerrados y la economía colapsada. Le parece que la isla hubiese vuelto a esa desafortunada época.

La ciudad de ahora parece esa isla del siglo pasado: las calles de aquella época, que ahora llaman avenida, comienzan a mostrar almacenes cerrados sin mercancías, cosa que no se veía desde hacían 56 años, cuando fue cerrado el puerto libre, dando la impresión que este  modelo económico está llegando a su fin, por la estampida de comerciantes que han decidido desocupar y entregar los inmuebles donde tenían su almacenes por la cuarentena impuesta por el Gobierno nacional para tratar de evitar el contagio de la población con el virus del covid-19.

Comenta que el habitante sanandresano que hoy es elegido a la Asamblea, a la Gobernación y al Congreso de la República, no conoce la historia pasada de las islas, y menos lo que se quería hacer para el archipiélago con la creación del puerto libre. El historiador les recuerda a los habitantes de la isla que un pueblo que no conoce su pasado, no entiende su futuro

No es posible que en San Andrés se haya dejado de un lado la agricultura, cuando de aquí se exportaba hacia los Estados Unidos. Ahora, hasta el coco que se consume en la ciudad se está importando. La pesca se abandonó y en estos momentos se está trayendo pescado de otras regiones. Pareciera que la isla en estos instantes estuviera la deriva.

Se ha considerado que el legado del puerto libre fue negativo en muchos campos, como se puede ver hoy en las calles de la ciudad: una infraestructura turística deficiente, una mala calidad en los servicios públicos, el deterioro del ecosistema.

Ahora la gente habla que el turismo constituye el 99 por ciento de la economía. Sí, claro, porque acabaron con los otros renglones de desarrollo de la isla. Y se debió hacer un turismo racional, donde todos pudieran participar.

Un estudio del Banco de la República sostiene que la marginalización económica, cultural y social de los raizales resultó ser el problema más serio que dejó a la isla la declaratoria de puerto libre en 1953.

Uno de los cambios más dramáticos que se dio en la población raizal se debió a la afluencia de inmigrantes colombianos y extranjeros. En 1962, los raizales inscritos como comerciantes representaban solo el 14.6 %, y su capital era de apenas el 8 % del total de los negocios inscritos en la Cámara de Comercio. Se ha considerado que el legado del puerto libre fue negativo en muchos campos, como se puede ver hoy en las calles de la ciudad. Una infraestructura turística deficiente, una mala calidad en los servicios públicos, el deterioro del ecosistema y una superpoblación, que, según Coralina, es la causante del deterioro del medioambiente.

El enorme crecimiento de la población fue posible a la inmigración. En el censo de 1964 los inmigrantes representaron el 50.6 %. Y los raizales sólo participaban con el 13.7 % de todos los empleos que se generaban en la ciudad insular. La población de la capital del archipiélago pasó de 3.705 habitantes en 1951, a 14.413 en el censo de 1964. En 1993 la población estaba ya en 56.361 habitantes.

Como todo pueblo, el archipiélago tiene una historia hermosa que se encuentra fraccionada y alojada en varias mentes ilustres que todavía perviven en la ciudad, que se hace imperioso codificar para mostrar la verdadera identidad del pueblo ancestral. EL CORREO ha consultado a una de las memorias más frescas que tiene en estos momentos la historia de la isla y, humildemente, ha decido conversar con este medio, pero ha pedido que no se exponga por ahora su identidad.

En el siglo XVII las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina fueron inmisericordemente azotada por piratas, filibusteros, bucaneros y corsarios, que saquearon su riqueza. Ahora, en plena época contemporánea, principalmente la capital del archipiélago, ha sido invadida por piratas modernos en busca del tesoro de Morgan que yace en un lugar del Palacio de los Corales.

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