Lo que hacen algunos países con sus connacionales tirados en el exterior
Los gobiernos de Jamaica y Panamá anunciaron que desde los meses de marzo y abril comenzaron a escribir a la Royal Caribbean Limited para buscar la forma de repatriar a sus connacionales.
Qué desgracia la del raizal por ser colombiano. Pero afortunadamente ha terminado en el día de hoy el drama que padeció un grupo de marinos isleños que trabaja en el crucero Rhapsody of the Seas, que tuvo que permanecer varado en alta mar varias semanas por no encontrar la forma de volver a su casa ante la falta de una autorización del Gobierno nacional para que se permitiera al buque entrar al puerto local y ellos poder ingresar a la tierra que los vio nacer.
El buque arribó a la isla en la mañana de hoy y los marineros del archipiélago pudieron descender de la embarcación en medio de un operativo de seguridad salvaje que imposibilitó a los medios de comunicación de la ciudad acercarse al lugar donde se produjo ese momento esperado por los familiares de los marinos.
Fue un drama y una odisea que se encontraron con el imperio de la colonia al que ha estado sometido esta región, empotrada en el patio de la República de Nicaragua. Debió el pueblo ancestral volver a levantar su voz pidiendo un acto humanitario para que unos sanandresanos que tuvieron que abandonar la tierra pudieran volver al hogar de sus familias.
Colombia es un Estado fraccionado en varias Repúblicas independientes que mantienen arrinconado al presidente constitucional en su palacio de gobierno, que no le permiten conocer el padecimiento de sus pocos gobernados y, antes que lo hiciera Venezuela, nuestro Gobierno, como política de Estado, ha provocado la estampida y el desplazamiento masivo de compatriotas a otras naciones, tal como viene ocurriendo con la dictadura de Caracas.
De San Andrés, Providencia y Santa Catalina se han ido muchas familias a trabajar y vivir en Centroamérica, Estados Unidos, Canadá, e incluso a países europeos, por la falta de un Estado que permita salir adelante.
Desde hace unas dos décadas por lo menos unas 550 familias salieron de esta región y tomaron caminos diferentes. Unas se fueron a laborar y vivir legalmente en el territorio nacional; otras, emprendieron destino a lejanos países. Un académico, que nació aquí, dijo que trabajó en la ciudad desde 1997 hasta el 2006 y, por su profesión, conoció mucha gente. Ahora que regresó a la isla, año 2018, muchos de esos coterráneos conocidos ya no están. Piensa que algunos se fueron a trabajar y buscar mejores ingresos y otros, posiblemente, están presos. De San Andrés, Providencia y Santa Catalina se han ido muchas familias a trabajar y vivir en Centroamérica, Estados Unidos, Canadá, e incluso a países europeos, por la falta de un Estado que permita salir adelante.
Hoy también se puede decir que en los últimos veinte años más de 800 isleños han estado presos en las cárceles de los Estados Unidos y otros países por traficar estupefaciente y por recurrir a una fuente de trabajo que está a la mano cuando el Estado no ofrece a la persona ninguna posibilidad para subsistir y sacar adelante una familia. Esta es una actividad común y corriente que ha facilitado el enriquecimiento de muchos compatriotas y ha contribuido, en algunos períodos de nuestra historia, desarrollar la economía colombiana.
Estas son cifras que podrían aumentar o disminuir, que deben ser proporcionadas por la OCCRE, Migración Colombia y Oficina de Pasaportes, pero que debido al caos en que vive la isla es prácticamente imposible disponer de una estadística que permita conocer el rumbo que lleva el departamento que, a esta hora, no encuentra un puerto seguro donde atracar.
El narcotráfico es una actividad común y corriente que ha facilitado el enriquecimiento de muchos compatriotas y ha contribuido, en algunos períodos de nuestra historia, desarrollar la economía colombiana.
En estos instantes es imposible conocer cuántos isleños se encuentran a bordo y varados en los buques cruceros que se mueven por los siete continentes del mundo. Cosa que si han podido hacer las autoridades de las repúblicas de Jamaica y Panamá con sus connacionales que han quedado varados en alta mar por hacer parte de la tripulación de la flota de cruceros de las grandes compañías navieras.
El día 25 de mayo el primer ministro de Jamaica, Andrew Michael Holness, se mostró complacido luego de terminar el proceso de desembarco de 1024 marinos jamaicanos del crucero Adventure of the Seas. El mandatario de la isla recordó que ya en el mes de abril el Gobierno escribió a la Royal Caribbean Limited para explorar las formas de llevar a nuestros connacionales a casa, y la naviera recibió permiso para atracar el día 19 de mayo, luego de la finalización de un protocolo bajo el Programa de Reingreso Programado.
El día 26 de mayo atracó en puerto Colón 2000, de la ciudad de Colón, Panamá, el buque Rhapsody of the Seas con 38 trabajadores de ese país, que trabajaban en varios cruceros por el mundo. Los marineros permanecieron en cuarentena total en la embarcación, hasta que se logró traerlos a Panamá.
El Gobierno panameño anunció que desde el 16 de marzo estaba gestionando ante las compañías naviera la forma para que los marinos istmeños pudieran ser devueltos a su territorio de origen.
Noriel Arauz, administrador de la Autoridad Marítima de Panamá (AMP) informó que este es un esfuerzo desarrollado en conjunto con Migración, Aeronáutica Civil y el Ministerio de Salud, en coordinación con empresas de cruceros y navieras, para poder regresar a sus compatriotas a sus respectivos hogares.